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domingo, 4 de agosto de 2013

¿Y qué paso?


-           Bueno chicos y chicas, vamos a pasar a otra cosa, ordena la profesora.
           Ahora les voy a contar una historia, una historia oscura pero verdadera, 
           que sus abuelos y bisabuelos la padecieron a principios del siglo XX.
-           ¿De qué se trata?, pregunta interesada Valentina
-           Ya te vas a dar cuenta – responde la docente
“Amanecer un jueves y el señor se levanta muy temprano de su cama para ir a trabajar. Era empleado en un almacén y ganaba lo justo y necesario para mantener a su familia y una casa recién hipotecada, podríamos decir entonces, que era un hombre de clase media baja.”
-       ¿Qué es una casa hipotecada?, pregunta Marcelo
-       Ay, Marcelo, ¿todavía no sabés eso? (todos se echan a reír)
-       Chicos, sh sh sh...., ¡silencio! No es forma de tratar a un compañero. Tiene todo el derecho a no saber.
-       A no saber que es un retrasado mental,  agrega Federico
-       ¡Con eso no se juega Federico! ¡Ya, retirate de acá y andá directo a dirección!
-       Pero...
-       Pero nada, ¡andate! (interrumpiendo)
-       Bueno como decía, una casa hipotecada es cuando se pide un préstamo o crédito al banco o en privado de determinada cantidad de dinero que resta para poder terminar de pagar un bien material, en este caso la casa,  ya que esa persona no cuenta con el monto suficiente para efectuar el pago del valor. Después de usar ese monto prestado, esa persona deberá devolver mensualmente el dinero hasta llegar al total; la cancelación de la hipoteca.
En caso de que no se cumpla el pago, como última instancia, la vivienda sirve como garantía para el banco.
-       Ah ah ok, ahora entendí (sonríe)
-       Buenísimo, ahora continuemos...
“Todas las mañanas lee el periódico mientras desayuna junto a su familia. Sin embargo aquel día se le hacía tarde... Saludó a cada uno de ellos, cerró la puerta y se marchó.
Caminado por las calles de Lower East Side, un tranquilo barrio de Manhattan, nota ver más movimiento de gente que de costumbre, a pesar de que era hora pico.
Al llegar a su trabajo ve a su compañero sentado sobre el escalón de afuera preocupado.
-     ¿Qué pasa Alfredito?, pregunta Pedro
-     Hoy no laburamos, responde alzando la mirada.
-     ¿Cómo que no?
-       ¡Nos despidieron, Pedro, nos despidieron!
-       ¡Pero no puede ser! ¿Qué hicimos mal?
-       Nada, Pedrito, nada... Si nosotros siempre cumplimos con todo; nos sacrificamos para Doña Mercedes y su esposo.
-       ¡Pero entonces no entiendo, Alfredo!, grita desesperado Pedro

-       Calmate, Doña Mercedes insistió en que esperemos acá. Tuvo que ir a hacer unos trámites. En cuanto vuelva nos contará todo.
-       Si vos los decís...
Che, ¿leíste el diario de hoy?
-     Sí, sí no es un día bueno para el país... Las acciones de los
inversionistas se vinieron abajo. Parece que la Bolsa entró en crisis.
-       Mmm mientras no nos perjudique...
-       Eso espero...
Luego de tanta charla y tanta espera Doña Mercedes llega:
-     ¿Qué tal Mercedes?, saluda Pedro
-       Preocupada, vengan, entremos que tengo que hablar con ustedes.
-       Mmm, ¿con qué me saldrá ahora?, piensa Pedro
-       Lamentablemente tengo que despedirlos. Reconozco su esfuerzo y su voluntad, pero no tengo alternativa.
-       Pero, ¿qué es lo que ocurre? ¡Decilo!, se exalta Alfredo
-       Ayer recibí una carta, la peor carta de mi vida. Mi marido y yo no sabíamos que hacer... ¡El banco me quitará el almacén!
Observen a su alrededor: nadie viene a comprar; tanta mercadería al cohete y yo me atrasé con algunos pagos de mi casa... Vengo de rogarles que no me lo quiten, pero dicen que ellos no pueden esperar más. Mucha gente con deudas y están a punto de venirse a bajo.
Ahora no sé que será de ustedes y de mí... No sé a dónde iremos a parar...
-       ¡Esto es terrible! ¿qué haré con mi familia?, preocupado Pedro
-       Luchar, no hay explicaciones exactas de lo que sucede, pero ya nos vamos a enterar, asegura Alfredo
-       Bueno, yo me retiro. Adiós, se despide Pedro desganado
Vuelta a casa y sus dos hijas lo abrazan
-       ¿Por qué tan temprano?, pregunta su mujer sonriendo
-       Ahora te explico.
-       Venga chicas papá tiene que hablar con ustedes.
Se dirigieron al living y sentaron todos en los sillones
-       Papa ya no tiene trabajo. Pero no se alarmen, porque alguna solución vamos a encontrar en poco tiempo.
-       Sí, buscar otro trabajo, dice la menor
-       Sí, obvio Vicky pero no es tan fácil
-       ¿Creés que podremos mantenernos por lo menos esta semana así?
-       Sí, algo me queda todavía, pero no para relajarme...
Ya había pasado una semana y la situación no cambiaba; había empeorado
-       ¡Queremos trabajo! ¡Basta de nefastos!
Así es, salieron todos los desempleados a manifestar sobre las calles. Resulta que Pedro y Alfredo no fueron los únicos afectados. También los campesinos y aunque no lo crean los mismos que crearon este problema, los que apostaron al propio beneficio: ¡los inversionistas, los dueños de las grandes empresas, los fondos buitres! Todos quedaron bajo el manto y todos se cayeron al pozo.
Una noche, Pedro sueña que está encerrado en una habitación. No había nadie, simplemente él. Estaba durmiendo, cuando de repente siente movimiento."
-       Entonces no estaba completamente solo, interrumpe Ludmila
-       No nos anticipemos a los hechos, solo escuchen, responde la maestra
"Abre los ojos y:
-       ¡Papá, papá! No puedo dormir... ,dice la hija menor
-       ¡Ay dios mío! ¡Qué susto!... Bueno, quedate conmigo, pero solo por hoy, eh.
Es jueves de nuevo y llega una visita a la casa.
-       ¡Abuela!, exclaman con alegría las hijas de Pedro
-       Hola, chicas. ¡Qué lindas! (sonríe a su hija)
-       Bueno, Ximena, acá te traje lo que me pediste: los garbanzos, el pollo, la leche...
-       ¡Abue, abue!, tironea del pulóver la nieta mayor
-       Decime querida...
-       Meeeehh, responde jugando
-       Jajajajaja, se ríe su hermanita
-       Sos viva eh, piscueta, resalta la abuela
-       ¿Cuándo vamos a ir a tu estancia?
-       Cuando quieras mi niña, cuando quieras. Tomen les traje unos dulces
-       ¡Dulces!, gracias abuela sos la mejor (salen corriendo)
Al día siguiente, Pedro lee en el diario que una fábrica está contratando mano de obra. Se puso su abrigo, el sombrero, saludó y se fue corriendo.
-       Por fin, por fin se me dio, habla Pedro para si mismo
-       Buenos días, vengo por el puesto. Mi nombre es Pedro Laborda
-       Como no, acompáñeme que le contaremos de que se trata todo esto.
-       Muchas gracias, señor.
Pedro sigue a aquel señor alto y refinado, se preguntaba si era uno de esos hombres ricos y apoderados.
-       Supongo que usted habrá visto nuestro anuncio en el diario, ¿no?
-       Sí, así es.
-       Pues entonces, debe haber tenido experiencia con el trabajo de alimentos.
-       Seguro, he trabajado muchos años en un almacén como vendedor.
-       Entonces le asignaremos el puesto de venta y compra. Nosotros procesamos los alimentos que llegan del campo. Así que usted, deberá controlar y manejar la mercadería que entra y sale de esta fábrica.
Recuerde que no son buenos tiempos, los precios son bajos debido al exceso de oferta. Así que no espere las mejores ganancias.
-       No hay problema señor, lo único que yo quiero es poder mantener a mi familia y continuar con el pago de mi hipoteca.                                
-       Mejor así. Esta es su oficina. Sus compañeros se encuentran al lado. Si necesita ayuda, cuente con ellos. Hoy sale a las 18 PM. A partir del lunes lo quiero acá a la 8 AM.
-       Entendido, gracias.
Pedro luego de un día duro, pero ganado llega a su casa y le cuenta todo a su familia mientras cenan.
Ya sábado, la familia va de visita a la casa de Alfredo. Su situación no ha cambiado mucho. Por suerte, su hermano lo ayuda a seguir de pie.
Contó que no había conseguido trabajo aún. Por eso, para enfrentar la crisis pensaba ir en búsqueda de una nueva vida en otro país. Dijo que en el extranjero tampoco estaban muy bien, pero no tan mal como EE.UU. en es momento. No estaba muy seguro de lo que iba a hacer, pero probar no venía mal.
Vicky, comienza a sentirse acalorada, la adrenalina aumenta, se suelta de la mano de su madre y sale corriendo hacia afuera de la casa."
      -       ¿A dónde se fue la profesora
      -      No sé, no entendí nada, pero a quién le importa, jajaja ¡Guerra de tizas!

Lorena Di Lorenzo

Historia basada en la crisis mundial del '29

domingo, 12 de mayo de 2013

El Tratado de Versalles: ¡Adiós Gran Guerra!

Fragmentos del Tratado de Versalles 1919

"Los Estados Unidos de América, imperio británico, Francia, Italia, Japón, potencias designadas por el presente tratado como las principales potencias aliadas y asociadas, de una parte (...) y Alemania, por otra, han convenido las siguientes disposiciones (...):


Art. 42. Se prohíbe a Alemania mantener o construir fortificaciones, sea sobre el lado izquierdo del Rin, sea sobre su lado derecho.
Art. 43. Se prohíbe igualmente en la zona definida en el art. 42, el mantenimiento y la concentración de fuerzas armadas (...).
Art. 45. En compensación de la destrucción de las minas de carbón en el norte de Francia (...) Alemania cede a Francia la propiedad entera y absoluta de las minas de carbón situadas en el Sarre.
Art. 119. Alemania renuncia, en favor de las principales potencias aliadas y asociadas, a todos sus derechos y títulos sobre sus posesiones en ultramar.
Art. 160. El ejército alemán será destinado exclusivamente al mantenimiento del orden sobre el territorio y a la policía de fronteras.
Art. 231. Los gobiernos aliados y asociados declaran y Alemania reconoce que Alemania y sus aliados son responsables, por haberlos causado, de todas las pérdidas y todos los daños sufridos por los gobiernos aliados y sus naciones como consecuencia de la guerra, que les ha sido impuesta por la agresión de Alemania y sus aliados."
Art. 232. Los gobiernos aliados y asociados exigen y Alemania adquiere el compromiso de que sean reparados todos los daños causados a la población civil de las potencias aliadas y asociadas, y a sus bienes.

Fuente: www.claseshistoria.com, Organización de la paz / Tratado de Versalles


El Tratado de Versalles (1919) fue un tratado de paz firmado por las potencias europeas que pusofin oficialmente a la Primera Guerra Mundial, despues de seis meses de negociacion, en la ciudad de Paris. El Tratado de Versalles fue firmado como continuacion al armisticio de noviembre de 1918, en Compiègne, que habia puesto fin a los enfrentamientos. El principal punto del Tratado de Versalles determinaba que Alemania aceptaría todas las responsabilidades por causar la Gran Guerra (asi se conocia a la Primera Guerra Mundial antes de que aconteciera la Segunda Guerra Mundial) y que sobre los terminos de los articulos 231-247, que fijaba indemnizacion de guerra para las potencias vencedoras "La Triple entene".

Fin de la Gran Guerra y el Tratado de Versalles
Los terminos impuestos a Alemania incluian la perdida de una parte de su territorio para un numero de naciones fronterizas, de todas las colonias en el oceano y sobre el continente africano, y una restriccion al tamaño de su ejercito. Alemania tambien pudo que reconocer la independencia de Austria. El ministro del exterior aleman, Hermann Müller, firmo el Tratado de Versalles en el 28 de junio del año 1919. El tratado fue ratificado por la Liga de Naciones (o Sociedad de Naciones) el 10 de enero de 1920. En Alemania el Tratado de Versalles causo estupor y humillacion en la poblacion, o que contribuyo a la caida de la Republica de Weimar en el año 1933 y la ascension del Nazismo con Adolf Hitler como lider o Führer del III Reich aleman.

Condiciones del Tratado de Versalles 

El Tratado de Versalles tambien estipulo la creacion de la Sociedad de Naciones (o Liga de Naciones), por iniciativa del presidente norteamericano Woodrow Wilson y sus famosos "14 Puntos". La Sociedad de Naciones pretendia arbitrar las disputas internaciones y por medio de eso evitar futuras guerras. El presidente frances Clemenceau era el más vigoroso en las represalias contra Alemania, ya que gran parte de la guerra había transcurrido en suelo frances.

Otras clausulas incluian la perdida de las colonias alemanas y de los territorios que Alemania habia anexado e invadido durante la guerra:

Disposiciones Territoriales del Tratado de Versalles 
  • Los territorios de Alsacia y Lorena cedidos a Alemania en el acuerdo de Paz firmado en Versalles el 26 de enero del año 1871 y el Tratado de Frankfurt el 10 de mayo del año 1871, serian devueltos a Francia (esas region de un area de 14.522 km², 1.815.000 habitantes)
  • La SonderJutlandia seria devuelta a Dinamarca si asi lo decide un plebiscito en la region (toda la region de Schleswig-Holstein tuvo el plebiscito, siendo la SonderJutlandia la unica region que se decidio a separarse) ((region con un area de 3.984 km², 163.600 habitantes, en el año 1920).
  • Las provincia de Posen y Prusia Occidental, que Prusia habia conquistado en las particiones de Polonia, serian devueltas a Polonia despues de que la poblacion local gano su propia libertad en la Revolucion de Polonia.
  • Perdida de la Alta Silesia para el pais de Checoslovaquia y Polonia ( a pesar del plebiscito que determino que el 60% de la poblacion preferia seguir bajo el dominio de Alemania)
  • Perdida de las ciudades alemanas de Eupen y Malmedy que pasaron a dominio del pais de Belgica.
  • Perdida de la parte septentrional de Prusia Occidental, de la region de Klaipeda, que quedo bajo control frances, despues transferida al pais de Lituania.
  • En la parte oriental de Prusia Occidental y la parte sur de Prusia Oriental (Warmia y Masuria) pequeñas regiones fueron entregadad a dominio polaco.
  • La provincia alemana de Sarre fue entregada a la administracion de la Sociedad de Naciones por 15 años.
  • La ciudad alemana de Danzing tambien fue entregada a la administarcion de la Sociedad de Naciones.
La perdida territorial francesa de las regiones de Alsacia y Lorena despues de la derrota en la Guerra franco-prusiana y la destruccion, y el saqueo del norte de Francia por las fuerzas alemanas, propicio la firme posicion francesa por las reparaciones economicas y devoluciones territoriales de Alemania a las naciones vencedoras. El Tratado de Versalles restriccion el numero del ejercito aleman a menos de 100, 000 soldados, prohibieron la fabricacion de tanques y de artilleria pesada. La marina alemana fue disminuida a solo 15 000 marineros con solo seis navios de guerra, seis cruceros, 12 contratorpederos y con la prohibicion de fabricacion de submarinos. La fuerza aerea aleman (Luftwaffe) fue prohibida de funcionar.
Fuente: lahistoriacultural@gmail.com, www.historiauniversal.com

La semana Trágica

En diciembre de 1918 comenzó una huelga en los talleres metalúrgicos Pedro Vasena e Hijos. La industria metalúrgica se había visto profundamente  afectada por la Primera Guerra Mundial e intentaba bajar costos. Los obreros, a su vez, pretendían obtener mejoras en sus condiciones de trabajo y en sus salarios. La huelga pronto se convirtió en un conflicto sindical generalizado que terminó con 700 muertos y cerca de 4000 heridos, y pasó a la historia como la Semana Trágica. Para recordar este episodio, hemos adaptado un extracto del libro Los mitos de la historia argentina III, de Felipe Pigna.
Fuente: Adaptación de Los mitos de la historia argentina III, de Felipe Pigna, Editorial Planeta, 2006
Enero sangriento: una masacre obrera conocida como “la Semana Trágica”
La huelga de los 2.500 trabajadores metalúrgicos había comenzado el 2 de diciembre. No pedían demasiado: jornada de ocho horas, salubridad laboral y un salario justo. Para ese entonces los Vasena habían vendido la fábrica a una empresa inglesa, pero seguían gerenciándola. Los antepasados de Adalbert Kriegar Vasena, ministro de economía de Onganía, se mostraron intransigentes frente a lo que llamaban la “insolencia obrera”. Lo que naturalmente puso más “insolentes” a los trabajadores, que decidieron tomar la fábrica y armar un piquete en la puerta del establecimiento en defensa de sus derechos. El señor Vasena tenía buenas relaciones con el gobierno, particularmente con el señor Melo, que además de ser un notable militante radical cercano a Yrigoyen era a la vez asesor legal de Vasena. Y logró que enviaran rápidamente policías y bomberos para castigar la “insolencia” de los explotados organizados.
Todo comenzó el 7 de enero, a eso de las tres y media de la tarde, con un grupo de huelguistas que había formado un piquete tratando de impedir la llegada de materia prima para la fábrica. En ese momento, los conductores que pasaron por donde estaban los huelguistas, develando su verdadera función, comenzaron a disparar sus armas de fuego contra los trabajadores. Al grupo de rompehuelgas se sumaron inmediatamente las fuerzas policiales que estaban destacadas en la zona desde el comienzo de la huelga. Se vivió un clima de pánico en el barrio, la gente corría a refugiarse donde podía.
Cuando terminó de escucharse el ruido ensordecedor de los balazos el saldo fue elocuente: cuatro muertos. Tres de ellos habían sido baleados en sus casas y uno había perecido a causa de los sablazos propinados por la policía montada, los famosos “cosacos”. Hubo además, más de 30 heridos. Según La Prensa fueron disparados más de 2.000 proyectiles por unos 110 policías y bomberos. Sólo tres integrantes de las fuerzas represivas fueron levemente heridos. (…)
La historia oficial no recoge los nombres de los muertos del pueblo. Ellos fueron: Juan Fiorini, argentino, 18 años, soltero, jornalero de la fábrica Bozzalla Hnos., que fue muerto mientras estaba tomando mate en su domicilio de un balazo en la región pectoral; Toribio Barrios, español, 42 años, casado, recolector de basura, muerto en la avenida Alcorta frente al número 3189, de varios sablazos en el cráneo; Santiago Gómez Metrolles, argentino, 32 años, soltero, recolector de basura, de un balazo en el temporal derecho mientras se hallaba en la fonda de avenida Alcorta 3521, de Lázaro Alberti; Miguel Britos, casado, jornalero, muerto a consecuencia también de heridas de bala. Según el propio parte policial que reproduce La Nación, ninguno fue muerto en actitud de combate, ninguno estaba agrediendo a las fuerzas represivas.(…)
Frente a la gravedad de los hechos, uno de los causantes de toda esta tragedia, don Alfredo Vasena, se dignó a reunirse con los delegados gremiales en el Departamento de Policía y les ofreció la reducción de la jornada laboral a 9 horas, un 12 % de aumento de jornales y admisión de cuantos quisieran trabajar. Como la reunión se hizo larga, se decidió continuarla al día siguiente en la propia fábrica. Los obreros llegaron puntualmente a las diez, pero don Vasena se negó a reunirse argumentando que entre los delegados había activistas que no pertenecían a su plantel.
Los obreros armados de cierta paciencia conformaron otra delegación que presentó el pliego de condiciones de los huelguistas: jornada de 8 horas, aumentos de jornales comprendidos entre el 20 y el 40 %, pago de trabajos y horas extraordinarias, readmisión de los obreros despedidos por causas sindicales y abolición del trabajo a destajo. Vasena prometió contestar al día siguiente y, a pedido de los obreros, ordenó que dejaran de circular las chatas de transportes. Pero los hechos se iban a precipitar.
Los muertos que vos matáisAquel jueves 9 de enero de 1919 Buenos Aires era una ciudad paralizada. Los negocios habían cerrado, no había espectáculos, ni transporte público, la basura se acumulaba en las esquinas por la huelga de los recolectores, los canillitas habían resuelto vender solamente La Vanguardia y La Protesta, que aquel día titulaba: “El crimen de las fuerzas policiales, embriagadas por el gobierno y Vasena, clama una explosión revolucionaria”. Más allá de las divisiones metodológicas de las centrales obreras, la clase trabajadora de Buenos Aires fue concretando una enorme huelga general de hecho. Los únicos movimientos lo constituían las compactas columnas de trabajadores que se preparaban para enterrar a sus muertos.
Eran hombres, mujeres y niños del pueblo, con sus crespones negros y sus banderas rojas y negras, eran socialistas, anarquistas y sindicalistas revolucionarios que salían a la calle para demostrar que no le tenían miedo a la barbarie “patriótica” de los dueños del país, para dar claro testimonio de que no los asustaban las policías bravas y ahí andaban con su única propiedad, sus hijos, por las calles de aquella Buenos Aires que hacía historia. Lo único que pretendían era homenajeara sus mártires y repudiar la represión estatal y paraestatal. Previsor, el jefe de policía Elpidio González había solicitado y obtenido aquel mismo día del presidente Yrigoyen un decreto que aumentaba en un 20 % el sueldo de los policías a los que les esperaba una dura faena.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

sábado, 11 de mayo de 2013

1917 en el mundo

Estados Unidos ingresa a la Gran Guerra en el año 1917, ya que se vio perjudicado por diferentes factores:
  • los alemanes habían declarado la guerra naval sin restricciones, por lo tanto cualquier barco avistado, que no sea alemán iba a ser hundido, principalmente por los submarino alemanes. Esto es lo que más influyó sobre EE.UU., no solamente porque fueron hundidos barcos con pasajeros, sino también por aquellos que eran de transportes, que podían llegar a transportar elementos de valor, como oro, plata, petróleo, mercaderías, etc; era pérdida de capital.
  • era aliado de Francia y Rusia, por lo tanto los iba a ayudar a la fuerza
  • el presidente Wilson quería influir la formulación de un tratado de paz
Mientras tanto, Rusia había sido el primer país en salir del conflicto, ya que la revolución social producida por los bolcheviques el 24 de octubre, ya fuertes por el soviet de Petrogrado y hartos de la guerra, rodearon el Palacio de Invierno, donde sancionaba el Gobierno Provisional y ocuparon cargos ferroviarios y en las oficinas de telégrafos. esa noche no tuvieron tanto éxito, sin embargo la noche del día siguiente habían logrado vencer a la vieja revolución de febrero; del Gobierno provisional. Y así, se conformó un nuevo gobierno: Concejo de Comisarios del Pueblo, liderado por Lenin.
También ese mismo año Finlandia logra independizarse del Imperio Ruso al desmantelarse.

Fuente: Loren Di Lorenzo, texto redactado a partir del libro escolar Historia (El período entre guerras), 4to año secundaria, serie Huellas, Editorial Estrada

viernes, 10 de mayo de 2013

Sí, las anécdotas de la Gran Guerra sobreexisten...


UNA NOCHE DE NAVIDAD EN LAS TRINCHERAS 

Por alguna razón desconocida hasta ahora, la victoria más grande que obtuvo el hombre en la primera guerra mundial ha sido sistemáticamente silenciada por la historia. Ocurrió en la Navidad de 1914. Esa noche un espíritu de paz y fraternidad prendió en forma espontánea e incontenible entre los soldados que, abandonando sus armas, corrieron a abrazarse en medio del campo de batalla.
Entonces se había iniciado ya una de las peores pesadillas del siglo: “la guerra de trincheras”. Después de las grandes batallas que se libraron durante los dos meses iniciales de la guerra, el frente se estancó en un terrible empate. Los enemigos se situaron en posiciones defensivas casi inamovibles y la guerra que tradicionalmente había sido una operación de maniobras y movimientos se petrificó, dando lugar a una contienda de desgaste, a un desangramiento lentísimo. En esas circunstancias la guerra iba a ser ganada por las naciones o alianzas que tuvieran mayor capacidad para seguir enviando víctimas frescas, nueva carne de cañón a las trincheras.


Desde el Canal de la Mancha hasta la frontera franco-suiza, se extendían frente a frente las trincheras enemigas de primera y de segunda línea. Allí en pocas horas los cadáveres se acumulaban hasta alcanzar alturas de un metro y más. Los soldados vivían el interminable calvario de las heladas, el barro, las inundaciones, los piojos, las infecciones y el hambre. A todo eso se agregaban los bombardeos, los asaltos y más tarde los ataques con lanzallamas y gases tóxicos que reventaban los pulmones y los ojos.
“Las trincheras se excavaban con todos los medios aprovechables —recordaba un capitán francés de infantería—. Se queda uno estupefacto cuando se traslada retrospectivamente a esos fosos apenas suficiente para guarecer a un hombre de pie, con troneras por las cuales con dificultad lograba asomarse la cabeza... Fue ése un verdadero período de retomo a la choza primitiva. Los hombres, acostados unos contra otros encima de un poco de heno, se daban calor mutuamente...”
“La alambrada de púas es la obsesión del soldado de infantería —anotaba en una carta un combatiente anónimo—. Toda su audacia, su valor se anulan en cuanto tropieza en el asalto con una red a medio destruir. Sabe que si se engancha en las mallas enredadas, los hilos de la red lo mutilarán y allí quedará aprisionado para sufrir una lenta agonía”.
Sin embargo, en medio de ese infierno, se originó un suceso que ayuda a mantener viva la confianza en el hombre.
La noche de Navidad de 1914 hubo una luna esplendorosa en diversos lugares del frente occidental. La tierra estaba helada y blanca y una calma inusual se extendió a lo largo de las excavaciones y de las alambradas. De pronto los ingleses advirtieron que varias luces comenzaban a encenderse en las líneas enemigas. Al principio no se explicaron lo que ocurría. Después, alguien se dio cuenta de que al otro lado de la “tierra de nadie”, una franja de cerca de 50 metros que separaba las trincheras, los alemanes estaban preparando arbolitos de pascua. Cerca de las 12 se escucharon coros entonando la tradicional canción navideña: “Noche de paz, noche de amor...”, y otros villancicos.
Cada vez que los alemanes concluían una canción, sus enemigos ingleses los aplaudían. Los británicos, entusiasmados con la celebración, improvisaron sus propios coros y así la casi cinco meses de guerra, no se escucharon disparos en el mundo.
Como se ha dicho, el suceso fue y sigue siendo olvidado. Los informes oficiales hablan de una tregua espontánea o se limitan a reproducir la fórmula de “sin novedad en el frente”, que Erich María Remarque usaría como título para una de las novelas antibélicas más populares de la postguerra. Los textos de historia no mencionan el asunto y sólo se ha dado cuenta de él en artículos aislados de publicaciones pacificistas y en revistas como lasSelecciones del Reader’s Digest.
Cuando los altos mandos militares se enteraron de lo que realmente había sucedido, dispusieron serias medidas para evitar que se siguiera propagando esa epidemia de fraternidad. La publicidad de guerra de ambos bandos había pintado al enemigo como un conjunto de monstruos capaces de las peores atrocidades. Si seguían dándose la mano los unos con los otros, iban a comprobar que eran buenas personas y eso resultaba peligroso para los grandes poderes que provocaron y que mantenían el conflicto.


¿Pudo la tregua de 1914 haber puesto fin a la Primera Guerra Mundial?

Un sobreviviente, Albert Moren, cree que sí. “Si la tregua se hubiera prolongado otra semana”, asegura, “habría sido muy difícil reiniciar la guerra”. En este caso se habrían salvado casi nueve millones de hombres que morirían antes del Armisticio.

La tregua navideña de 1914 continuó en algunos sectores del frente hasta el Año Nuevo, y aún después. “tuvimos que dejar que durara todo ese tiempo”, explicó un alemán, en una carta enviada a su casa. “Queríamos ver cómo salían las fotos que ellos nos tomaron”. 


Fuente: Anónimo, Una noche de Navidad en las trincheras, www.portalplanetasedna.com.ar

Mientras tanto en Argentina...

Fallece Roque Sáenz Peña y Victorino de la Plaza ocupa la presidencia. En el desempeño del cargo mantuvo al país en la neutralidad al producirse el estallido de la Primera Guerra Mundial. Ese mismo año se realiza el tercer censo nacional argentino. En 1916 aseguró la realización de las primeras elecciones presidenciales en las cuales se aplicó la ley del sufragio hecha sancionar por Sáenz Peña. El 12 de Octubre de ese año hizo entrega del mando a Hipólito Irigoyen. Falleció en Buenos Aires el 2 de Octubre de 1919.


Fuente: redactado a partir de www.historiadelpais.com.ar




El hundimiento del Titanic (1912)

El Titanic, maravilla tecnológica de su tiempo
Desde un principio, el viaje inaugural del Titanic es marcado por la tragedia.  Se dice que al moverse majestuosamente el inmenso barco de 46,329 toneladas de su amarradero en Southampton, queda junto al trasatlántico New York, que estaba anclado.  

De pronto se escucharon voces de alarma al enredarse como cordón las gruesas cuerdas de amarre de ambo barcos, y luego empezaron a ser arrastrados junto por alguna fuerza desconocida.  

El Titanic fue detenido justo a tiempo luego que la extraña "succión cesó, y en seguida los remolcadores abrieron camino lentamente al New York para llevarlo de vuelta al amarradero.  

Una situación idéntica se presentó sólo unos minutos después, cuando el Teutonic también se enredó en las cuerdas del Titanic y lo siguió de cerca varios grados hasta que el Títanic logró deslizarse.

Posteriormente, el trasatlántico fue remolcado hacia el mar abierto y la tranquilidad volvió a la tripulación a su capitán, Edward-Smith.  La cubierta temblaba casi imperceptiblemente ante el empuje de sus imponente turbinas: era el barco más grande, el mejor y el más seguro que se hubiera construido.  Para garantizar esa seguridad, 15 mamparas transversales lo subdividían de proa a popa y un doble fondo significaba una garantía más contra accidentes.  Era, en la mente de todos los que estaban tanto en tierra como a bordo, lo máximo: el barco insumergible.

Después de una breve visita a Cherburgo, el Títanic salió de Queenstown (ahora Cobh), Irlanda, durante la noche del jueves 11 de abril de 1912 y entró al Atlánti­co, en aguas que el veterano capitán Smith conocía muy bien.  Navegó constantemente hacia el oeste sin ningún incidente; el mar estaba calmado y el clima despejado aunque muy frío, al grado de que la tempe­ratura bajó dramáticamente durante la mañana del domingo 14 de abril, y varios mensajes recibidos por el operador de radio del Titanic advirtieron sobre el peligro de encontrar ¡cebergs.

El barco proseguía su marcha a toda velocidad y sus luces titilaban sobre el agua oscura y tranquila: sus máquinas lo impulsaban a una velocidad constante de nudos.  De pronto, justo antes de la medianoche, un vigía gritó: "¡Iceberg al frente !"


Se dieron órdenes desesperadas para hacer girar el barco hacia el puerto, pero era demasiado tarde.  Cuando empezaba a girar, un inmenso iceberg raspó su estribor a todo lo largo y luego se deslizó a la popa y se perdió en la noche.  El capitán Smith estaba en el puente antes de que su primer oficial Murdoch pudiera comunicar la orden de: "¡Paren máquinas!" Ordenó cerrar herméticamente todos los compartimentos estancos y luego pidió al cuarto oficial Boxhall que hiciera sondeos.  El joven oficial estaba a punto de retirarse cuando el carpintero del barco llegó al puente para informar: "¡Está haciendo agua rápidamente!"

Los pasajeros que aún estaban despiertos no se dieron cuenta de lo que ocurría, porque el impacto había sido suave.  Lawrence Beesley, uno de los sobrevi­vientes, declaró que "no hubo ruido de choque o de otra cosa; no se sintió el choque, ninguna sacudida de un cuerpo pesado chocando con otro..."

Sobre la cubierta, y no obstante el intenso frío, algunos pasajeros entusiasmados sostenían una "batalla" con bolas de nieve, usando el hielo que el mortífero témpano había depositado durante el breve en­cuentro con el barco, mientras que otro pasajero, que no quería dejar la comodidad del salón de estar, alargó un vaso y pidió a un amigo que "viera si había llegado un poco de hielo a bordo".

Algunos pasajeros preguntaron a los camareros por qué se habían parado las máquinas, y éstos les aseguraron que no había motivo de alarma.  Los camareros actuaban de buena fe, pues hasta el momento creían realmente que todo estaba bajo control.  Allá abajo, sin embargo, la historia era diferente.  Los hombres del primer cuarto de calderas se encontraban


nadando en fuertes torrentes de agua que se precipitaban a través de una enorme grieta en el costado del barco.  Lograron llegar al siguiente cuarto de calderas, y luego al siguiente, hasta entrar al número 4, que estaba casi a la mitad del buque y donde aún no llegaba el agua.

Al darse cuenta de que el daño era grave, el capitán Smith fue al cuarto de radio, donde los dos operadores de radio, Jack Phillips y Harold Bride, estaban listos para recibir o transmitir señales, y les dijo que el barco había chocado con un iceberg y quería que estuvieran listos para enviar una llamada de auxilio.

Cuando regresó al puente era obvio que el Titanic se hundía lentamente.  El témpano había abierto un corte en la proa de estribor del largo de la tercera parte de la longitud del barco, y el agua helada del Atlántico entraba incontrolable y copiosamente.  A las 00:25, unos minutos después de la colisión, el capitán Smith ordenó que se descubrieran los botes.  Diez minutos después regresó al cuarto de radio para ordenar a los operadores que empezaran a transmitir, agregando perturbado: "Podría ser la última oportunidad".  Inmediatamente, el llamado urgente crepitó en la noche transmitiendo lo que había ocurrido, dando la señal de llamada MGY del barco y su posición, y pidiendo ayuda urgente. 
La señal fue captada por dos trasatlánticos, el Frankfort y el Carpathia, y el capitán de este último preguntó dos veces a su operador si había leído correctamente el mensaje, pues no creía que el "insumergible" Titaníc pudiera hallarse en problemas.  Cuando se confirmó el llamado de auxilio, ordenó a su operador responder que iría al rescate a toda velocidad, y pidió a sus ingenieros que le dieran "toda la información que tenían".

Mientras tanto, los camareros del Titanic iban de camarote en camarote, tocando a las puertas y pidiendo a los ocupantes que se pusieran ropa adecuada para el frío y se dirigieran a las estaciones de botes con sus chalecos salvavidas.  Todavía ignorantes de la gravedad de la situación, la mayoría de los pasajeros hicieron lo que se les pidió, aunque algunos se negaron a salir del calor de sus camarotes por lo que consideraban simplemente un inesperado y desconsiderado ejercicio de adiestramiento para evacuación.

Los botes fueron colgados y se dio la orden: "¡Mujeres y niños solamente!".  Al principio hubo renuencia a abandonar el barco porque éste parecía tan seguro, tan cómodo comparado con los frágiles botes.  Beesley declararía después: "El mar estaba tranquilo como un lago interior, excepto por el suave oleaje que no podía provocar movimiento alguno a un barco del tamaño del Titanic.  Permanecer en cubierta, a muchos metros por encima del agua que golpeaba indolentemente contra el costado brindaba una sensación de maravillosa seguridad..."

 Todos se comportaban de manera calmada, casi indiferente.  Hasta ese momento no había aparecido el pánico que reina en otros barcos en circunstancias parecidas ante el peligro de perder la vida ahogados; sólo se presentó una desagradable escena entre los pasajeros de tercera clase, misma que fue controlada rápidamente por los oficiales.


 Finalmente, los botes empezaron a ser cargados de pasajeros y bajados lentamente, aunque en realidad no los depositaron en el mar, porque el capitán Smith recibió las respuestas a su señal de socorro, especial­mente por parte delCarpathía que informó estar a sólo 60 millas de distancia y aseguró que llegaría en cuatro horas.  Sin embargo, el capitán pronto se dió cuenta de que su barco se hundía más cada minuto que pasaba, y sabía que, al hundirse la proa y levantarse el estribor sería más difícil bajar los botes, algunos de los cuales sólo estaban ocupados a la mitad de su capacidad, pues muchas mujeres se rehusaban a dejar a sus esposos.  La esposa de Isador Strauss fue una de ellas y expresó firmemente: "Donde tú vayas, yo voy".  Así, permanecieron juntos... y murieron juntos.

Mientras los botes chapoteaban abajo, las notas de Nearer My God to Thee flotaron en la noche, emiti­das por un grupo de músicos del barco que se había reunido en la cubierta con sus instrumentos.  Algunos pasajeros se unieron al canto, otros miraban fijamente sobre el costado del barco para echar una última mirada y prolongada vista hacia los rostros de sus seres amados antes de que se volvieran indistinguibles en la oscuridad.  Las tripulaciones de los botes salvavi­das estaban integradas casi todas por camareros y fogoneros, pues los oficiales y casi todos los marineros permanecieron a bordo para ayudar a los que se quedaban.

Dos horas después de que chocara el trasatlántico, el capitán Smith ordenó: "¡Abandonen el barco! ¡Cada hombre por sí mismo!" El permaneció en el puente y no se le volvió a ver.  A pesar de la orden, Phillips y Bride aún estaban transmitiendo, urgiendo a los barcos que venían en su rescate para que se apresuraran, hasta que la energía falló y salieron a cubierta.

Los de los botes miraban hacia atrás al imponente barco que se hundía.  El barco, de casi 300 metros de largo con cuatro enormes chimeneas y que todavía brillaba con la luz resplandeciente de claraboyas y salones, ahora estaba bajo por las amuras y hundiéndose despacio pero perceptiblemente.  El ángulo se hizo más abierto al levantarse el estribor, luego se inclinó hasta alcanzar una posición casi vertical y permaneció unos momentos así, casi inmóvil.  Al balancearse, todas sus luces se apagaron de repente y se produjo un profundo estruendo cuando toneladas de maquinaria se cayeron y rompieron hacia la proa.  En seguida el enorme trasatlántico se deslizó hacia adelante y hacia abajo, cerrándose las aguas sobre él como una mortaja.

Poco después de las 04:00 horas, el Carpathia que realizó una peligrosa carrera en las aguas a una velocidad hasta entonces desconocida (para él) de 17 nudos, llegó al escenario de la tragedia a las 08:00 horas había rescatado a los ocupantes de todos los botes.  Con él estaba el California, un trasatlántico que se había detenido durante la noche a menos de 10 millas del Titaníc y cuyo capitán sería severamente criticado por no observar los cohetes de auxilio del navío accidentado.

El mundo entero quedó conmocionado cuando se proporcionó el saldo final del desastre.  De las 2,206 personas a bordo, 1,513 murieron o desaparecieron; la mayoría eran miembros de la tripulación y pasajeros varones del mayor desastre marítimo de todos los tiempos.  La investigación dio como resultado la creación de la International Ice Patrol (Patrulla Internacional del Hielo) así como una reglamentación más estricta en cuanto a la provisión de suficientes botes salvavidas para acoger a todas las personas que están a bordo de los barcos.

Datos concretos
Titán (Futility)
Titanic
Pasajeros2.1772.227
Botes salvamento2420
Tonelaje70.00066.000
Longitud240 mts.268 mts.
Velocidad Impacto24 nudos23 nudos
Número de hélices33
Lugar de partidaSouthamptonSouthampton
Lugar de naufragio400 millas Terranova400 millas Terranova
Supervivientes705605
Eslora275 mts.300 mts.
Velocidad máxima25 nudos25 nudos
Botes salvavidas2420

Así cuenta el accidente Víctor Suero en su libro: "Historias Asombrosas Pero Reales": La gran publicidad del Titanic, apoyada en la soberbia inglesa de la época, anunciaba que "Ni Dios podía hundirlo", pues jamás se había construido un buque de esas características de lujo, capacidad, y seguridad. Sus 14 compartimentos estancos, y su doble fondo, garantizaban (lo cual es sólo una manera de decir, tal como lo mostró la historia) que aquella nave pudiera llevar el mote de insumergible que le habían puesto sus dueños, la compañía inglesa White Star.

El capitán, Ernesl Smith, era un hombre de la mayor experiencia y la tripulación toda fue elegida entre los mejores. Tenían todo a favor. Pero comenzaron a darse una cantidad de hechos que llevaron al desastre. Es posible que allí hayan trabajado juntos la chica del pelo suelto, la casualidad, y el duro trabajador de jeans gastados, el destino. Lo que parece seguro es que, si uno analiza ciertos detalles de lo ocurrido, casi no quedan dudas de que los del Titanio pagaron carísima su soberbia.

A las 21.40 del 14 de abril de 1912 el Messaba, un buque que navegaba por la zona, envió al Titanic un aviso de hielos flotantes. Este mensaje no llegó nunca al puente de mando porque se consideró que "esas cosas" no afectarían a semejante nave. Por lo tanto, siguieron navegando a 22 nudos, casi a toda máquina. Un nuevo navío, el Baltic, también advirtió sobre los hielos con un mensaje de alerta. George Ismay, director ejecutivo de la White Star, se ufanaba mostrando el telegrama aun a los pasajeros, diciendo que lo bueno de estar a bordo de algo como aquello hacía que no den importancia a esos detalles. Todos reían felices y seguían brindando. A las 23.40 se produce el choque, que abre todo un costado del buque a lo largo de cien metros. Pero el capitán Smith ni siquiera se inquieta.

Nada de avisos al pasaje, ni estado general de alerta máxima, ni cambios en la alegre rutina. Aquel barco era "insumergible", según todos aseguraban. La orquesta seguía tocando y la fiesta a bordo continuaba mientras los pasajeros jugaban con los trocitos de hielo que habían caído sobre la cubierta.

Era insumergible, era insumergible. No había nada que temer. Pero comenzó a hundirse, clavándose en el mar como un cuchillo filoso en la manteca caliente. Sólo había dieciséis botes salvavidas cuando debieron ser 48. ¿Para qué tantos si era insumergible, era insumergible? De todas maneras había que cumplir con las reglas y avisar de la colisión a «Iros buques. La radio emitió el pedido de auxilio pero el Californian, a solamente ocho millas del lugar, no lo recibió porque su radiotelegrafista había desconectado el aparato hacía apenas diez minutos, enojado por el trato altanero que había recibido hasta entonces de sus colegas del Titanic, que alardeaban de su buque y se comportaban como si dieran de una casta superior. La soberbia, el peor de los pecados, se pagaría muy cara. Pero el destino tenía preparadas otras jugadas increíbles.